sábado, 21 de marzo de 2009

Multiplicarnos o envejecer, he ahí el dilema



viejos


Comparto con ustedes, amables lectores, este artículo que escribí hace ya un tiempo, pero que sigue teniendo vigencia:

Uno de los pocos mandatos del Creador que el hombre acató con gran diligencia fue su perentorio: "Creced y multiplicaos". Ciertamente, los descendientes de Adán y Eva nos empeñamos con gran acuciosidad en cumplir tan agradable precepto sin presentir siquiera los problemas que siglos después nos depararía aquel fatídico "multipli-caos" .

Hoy, cuando nos desplazamos en medio del caótico tránsito de nuestras ciudades repletas de hombres y  mujeres  que caminan con prisa por aceras estrechas apropiadas casi totalmente por vendedores informales, por indigentes, por mendigos, por descuideros, en ese bullicio variopinto y desordenado que origina la lucha por la vida de los más necesitados y sobre todo, cuando observamos en medio de este panorama a tantos y tantos niños menesterosos, no podemos menos que preguntarnos: ¿Hasta cuándo podremos seguir creciendo? ¿Quién podrá brindar empleo, servicios, salud, seguridad a esa marejada humana que brota como por arte de magia de nuestras famélicas comunidades?

La sobre población es, por sus catastróficas implicaciones sobre el medio ambiente y sobre los recursos naturales, uno de los problemas más graves que deben afrontar no solo nuestros pueblos tercermundistas sino la humanidad entera; el otro, igualmente preocupante, es el envejecimiento de la población.

En el año 1800 el economista inglés Robert Thomas Malthus dio ya una voz de alerta, explicando, ante un auditorio escéptico, los peligros que entrañaba para la humanidad la progresión aritmética de las subsistencias comparada con la progresión geométrica de la población. Calculaba Malthus que en el año 1898 Inglaterra llegaría a una población de 112 millones de habitantes de los cuales 77 millones morirían de inanición pues los alimentos no alcanzarían sino para 35 millones de personas. Si bien sus cálculos no correspondieron exactamente a la realidad pues Inglaterra llegó en 1898 solo a 58 millones de habitantes con un saludable índice calórico per cápita de 32 puntos, las apocalípticas predicciones maltusianas han ido tomado paulatinamente un giro igualmente inquietante.

La población mundial continúa creciendo, pero solo en un reducido número de países. En muchos otros hay una notable disminución de gente joven. Las previsiones del último informe de la División de Población de la ONU no ponen ya el acento en el aumento de la población, sino en su envejecimiento. Según este informe el número de niños que nacen en el mundo desarrollado no es suficiente para mantener su población en el nivel actual. La caída en el número de niños llevará a un envejecimiento de la población mundial. Este envejecimiento se hará sentir con un alto costo especialmente en los países más ricos. La población activa -aquellos capaces de pagar las pensiones y los cuidados sanitarios de los más ancianos- se reducirá dramáticamente en los años venideros. En algunos países la tasa de natalidad descenderá dramáticamente: en Japón y Alemania en un 14%; en Italia y Hungría en un 25%. España será el país más envejecido del mundo, con una edad media de 55 años. Casi el 90% de los habitantes del planeta vivirán en países pobres. Occidente necesitará 100 millones de inmigrantes anuales para mantener su población activa. La población mundial se estabilizará hacia mediados de este siglo en unos 9.300 millones.

Estas previsiones acerca del envejecimiento de la población son el principal argumento económico a favor de que la población mundial continúe creciendo y se basan en que todo país necesita una tasa de reposición mínima de entre 2.2% y 2.3% con el fin de evitar que la población anciana sea superior a la población joven. Esta eventual circunstancia tiene, desde luego, mucha más trascendencia para una sociedad como la europea que basa su eficiente sistema de seguridad pensional y de salud en una pirámide sustentada, cada vez más precariamente, por una disminuida juventud.

Pero los países tercermundistas, abarrotados por poblaciones emergentes, requerimos en cambio, urgentemente, un periodo de respiro, un ciclo de baja natalidad que nos permita alcanzar el desarrollo.

El quid de la cuestión es que resulta mucho más sencillo plantear soluciones que llevarlas a cabo porque la senda que conduce al control de la población está plagada de arenas movedizas. Controlar la población no es una labor fácil ni absolutamente predecible. Los programas llevados a cabo en otras partes del mundo así lo demuestran.

Hace 30 años China, la nación superlativa por excelencia que este año llegó a 1.300 millones de habitantes (
China e India: Los colosos de la población mundial « Watching ...) debió aplicar la "Política del Hijo Único" para intentar frenar el dramático crecimiento de su población. Esta decisión, aparentemente inobjetable, ha tenido no obstante varios efectos negativos. La ilegalidad del segundo hijo ha provocado que en las áreas rurales se oculten los nacimientos para evitar multas ( lo que hace presumir que el número de habitantes es mucho mayor) y que se produzca el aborto selectivo de niñas despreciadas por la tradición, prefiriendo mayoritariamente al hijo varón que según se cree mantendrá con un mejor salario a sus mayores cuando crezca. La desproporción de género en los nacimientos: 119 varones por cada 100 mujeres tendrá como consecuencia que en el 2020, cuarenta millones de varones solteros en la China no puedan encontrar pareja. Por otra parte, el envejecimiento progresivo de una gran parte de la población en una nación en la que a pesar del régimen comunista, el sistema de seguridad social es casi inexistente, ha puesto sobre el tapete la conveniencia de que nuevamente sean las familias las que se ocupen de la manutención y cuidado de esta población anciana, antes amparada por una tradición milenaria; tradición que hace tan solo unos pocos años, el mismo sistema intentó estigmatizar.

A pesar de que las medidas que se adopten para frenar la explosión demográfica, probablemente acarrearán nuevas y controvertidas realidades, hay que reconocer con humildad, que la Tierra no puede sostener durante mucho tiempo a 5.500 millones de habitantes y mucho menos a los 9.300 millones previstos para mediados de este siglo. Esta consideración se torna fundamental cuando se trata de sopesar las soluciones que se plantean.

Para nuestros pueblos es vital enfrentar esta realidad. Una nueva conciencia debe surgir en nuestra sociedad acosada por la violencia y la pobreza. No se pueden seguir trayendo al mundo niños no deseados a los que no se les ofrece ninguna esperanza de vivir con dignidad. Este es un problema que requiere atención inmediata si se medita en la enorme diferencia de tiempo que transcurre entre el inicio de un programa adecuado de control y el comienzo de descenso de la población. El Gobierno y los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad con el futuro de nuestra patria. Las campañas de concientización deben ser inteligentes y eficaces. Lo que no puede hacerse, de ninguna manera, es dejar su solución al azar o a las hormonas (que es prácticamente lo mismo).

Debido a los largos años de estudio y especialización que deben realizar actualmente los jóvenes para capacitarse, cada día es más grande la brecha que separa la edad apta para la reproducción, de la edad en que se convierten en profesionales capaces de sostener una familia. Como todos sabemos, las hormonas y las neuronas no suelen recorrer los mismos senderos. Inútil es pues, pedirle continencia a una juventud bombardeada con mensajes de sexo y promiscuidad. Pero lo que tal vez sí es posible, es lograr concienciar a la juventud de una paternidad responsable, incentivando su deseo de una vida mejor y despertando también en ella un prudente egoísmo que le ayudará a actuar con previsión ante algo tan delicado e irreversible como es traer al mundo una nueva vida. Hay que ponerle inteligencia y responsabilidad al encuentro amoroso porque de lo contrario, la frase: "el amor es la trampa de la naturaleza para mantener la especie", podría convertirse pronto en: "el amor es la trampa de la naturaleza para exterminar la especie".

De todos modos, la explosión demográfica terminará algún día. Lo que no es posible saber es si su fin se producirá de forma benévola, por medio de un descenso en las tasas de natalidad, o trágicamente, a través de un aumento en las tasas de mortalidad.


Leonor Fernández Riva

imagenes de niños pobres (6)

martes, 17 de marzo de 2009

La obsecuente recadera de las FARC











Decir astuto es lo mismo que decir mediocre. Donde solo hay astucia, necesariamente hay pequeñez.

Víctor Hugo




Que en Colombia suceden las cosas más sorprendentes del mundo está ya demostrado hasta la saciedad. No obstante, siempre tendremos nuevos e inauditos motivos para sorprendernos. Eso, por ejemplo, es lo que ha sucedido con Piedad Córdoba, la mujer del turbante que ha ido escalando posiciones en estos últimos años con innegable inteligencia y con una bien lograda plataforma política y demagógica. Su oposición sistemática y su odio visceral, racial y de clase contra Álvaro Uribe, el presidente legítimamente elegido por la mayoría de los colombianos la llevaron, meses atrás a decir en un encuentro de partidos de izquierda realizado en México: “Cualquier gobierno progresista tiene que cortar relaciones diplomáticas con Colombia”. Actitud sin nombre por la que fue juzgada en el Congreso Nacional como traidora a la patria.

No contenta con tan incalificable proceder forjó una alianza repugnante y destructiva con el enemigo número uno de Colombia, el chafarote que funge de presidente en Venezuela, quien ya se cree con autoridad para intervenir en la política interna de nuestro país y quien en un alarde de fuerza, demencia y prepotencia digno de su condición de engreído dictadorzuelo envió sus tanques de guerra y su ejército a la frontera colombiana.

Mientras, por una parte, lucra del Estado colombiano, por otra, confabula arteramente con quienes intentan destruir la democracia. Viaja alrededor del mundo con sorprendente holgura económica; aprovecha la situación innegable de pobreza y necesidad de muchos sectores -originada sobre todo por la violencia terrorista que los grupos de izquierda solapan con siniestra mala fe- para encontrar entre ellos adeptos a su mensaje fácil y demagógico; acude a todos los foros internacionales en donde no ceja en su actitud irracional de ensuciar la imagen de Colombia; visita las universidades, pero no para propiciar en esa juventud inconforme y ávida de ideales la motivación hacia el esfuerzo y el estudio, únicas formas de superarse y convertirse en buenos colombianos, sino para inducirla en forma por demás descarada y cínica a la insurgencia, la anarquía…y el fracaso.

Nadie, excepto la guerrilla, ha sacado más provecho de los secuestrados que Piedad Córdoba. Con su cuento de Acuerdo Humanitario tiene sometidas por el dolor y la desesperanza a decenas de familias que padecen la tragedia de este crimen sin nombre de la guerrilla y que se aferran a ese frágil hilo de ilusión que ella sabe manejar con tanta destreza porque perciben que tiene excelentes relaciones con la guerrilla. Pero desconocen –o se niegan a reconocer- que la liberación de los secuestrados es la plataforma que utiliza la Córdoba para hacer politiquería barata y para quemar prensa y destacarse. De esta manera y con absoluta frialdad y astucia la hábil senadora manipula el dolor y desesperanza de tantas familias en su propio beneficio.

Con bombo y platillo ha promocionado las pírricas liberaciones en las que se ha visto involucrada, liberaciones que si se siguieran dando como hasta ahora en número de doce por año necesitaríamos más de siglo y medio para liberar a todos los secuestrados.

Impulsa el Acuerdo Humanitario pero lo que calla ante la opinión nacional y mundial es que el secuestro es un crimen de lesa humanidad; que la liberación de los secuestrados no es un favor ni un acto heroico, y mucho menos una muestra de altruismo de las FARC y que su liberación es una obligación.

No dice tampoco Piedad Córdoba que los guerrilleros prisioneros en las cárceles colombianas gozan de todos sus derechos, que pueden ser visitados por sus familiares, que disponen de un ambiente aceptable en sus celdas, en sus condiciones de vida, de salud y de alimentación y sobre todo, que disfrutan de absoluta libertad para denunciar cualquier clase de abuso, contrariamente a lo que sucede con los secuestrados de quienes la guerrilla ni siquiera se preocupa por dar pruebas de supervivencia.

Para nadie es ya un misterio que la senadora está íntimamente vinculada con las FARC cuyo accionar no tiene ninguna razón de ser porque en Colombia gozamos una de las democracias más representativas del continente al frente de la cual hay un Presidente ejemplo de patriotismo, trabajo, inteligencia y valentía. Un mandatario que no es, como se ha querido propalar, un Presidente solo para la guerra pues con admirable energía se ocupa también del desarrollo y de los problemas sociales del país; cuyos admirables consejos comunitarios han tratado de imitar sin éxito otros mandatarios de la región; que tiene una favorabilidad del 75 % de los colombianos y que ha reivindicado las palabras trabajo y eficiencia para el ejercicio de la Presidencia y de todas las áreas de gobierno.

Claro, hay que reconocer que no solo Piedad Córdoba sino también muchos políticos e intelectuales en el país se hacen de la vista gorda ante los crímenes sin nombre de la guerrilla y que no la condenan o denuncian como sería lo lógico en una democracia que tiene cauces legales para promocionar cualquier grupo político y toda clase de ideas políticas.
Ignorando el dicho popular “quien calla otorga” guardan cómplice silencio ante las innumerables atrocidades de la guerrilla mientras maquiavélicamente aumentan con lupa cualquier falla del Gobierno. Y así, los campos colombianos se siguen poblando de minas quiebrapatas, los niños y campesinos continúan siendo cruelmente mutilados; las matanzas de civiles, campesinos e indígenas se siguen realizando con aterradora regularidad; los atentados contra la población civil y contra la estructura del país se siguen produciendo a vista y paciencia de quienes no se dignan elevar sus voces para decirle al mundo la verdad sobre este flagelo que atormenta a los colombianos.

Y el siniestro turbante continúa su periplo desestabilizador de la democracia colombiana. Ya le dio su espaldarazo a Chaves para su reelección indefinida en tanto que incongruentemente ataca la posible reelección del presidente Uribe. “Allá sí, pero acá no”, declara con la convicción de quien sabe bien que los partidos de izquierda solo utilizan los caminos de la democracia para destruirla, hacerse al poder y conculcar todas las libertades.

Y ahora, para colmo de peras en el olmo, Piedad Córdoba anuncia cínicamente su plan de visitar en Estados Unidos a Simón Trinidad y a Sonia para tratar el posible Acuerdo Humanitario en el que según parece ellos tienen mucho que opinar.

¿Qué tal? Después de los testimonios encontrados en el computador de Raúl Reyes esta obsecuente recadera de la guerrilla ha optado por un desfachatado destape ante la vista regocijada de sus seguidores y de muchos idiotas útiles que con su silencio van haciéndole el camino a quien ya demostró su deslealtad para con la patria y continúa oronda su funesto accionar en contra del gobierno legítimamente estatuido, de la democracia y de Colombia toda.





NOTA: Como verán por la fecha de la publicación, amigos lectores, esta columna,  fue publicada  hace ya un tiempo. Es por ese motivo que algunas situaciones y personajes han variado aunque en el fondo, todo sigue igual.